Hoy le he dicho a Mari que el fin de semana pasado mis caderas se acordaron de ella. Soy alumna de las sesiones de los viernes.
Nos enseñó nuevos movimientos que mi cuerpo no estaba acostumbrado a probar.
Es increíble la cantidad de pasos que hay en danza del vientre. Sí, existen unos básicos, pero las variantes parecen no acabar nunca.
Pero hay una fase de la clase que me encanta. Y es la de la relajación.
Recuerdo con especial cariño los minutos de relajación que nos dispensaba Pilar. Y me encantaba cuando sentía que, mientras estábamos todas relajadas, ella bailaba.
Era como si su energía femenina se esparciera por toda la sala, y nosotras, mientras respirábamos más pausadamente, nos impregnábamos de ella.
Hoy Mary nos ha deleitado con una relajación diferente. Después de los breves estiramientos que invitan a relajarnos, nos pasó unas pequeñas pelotas de goma .
Nos pusimos en parejas. Una se estiraba y la otra hacía un masaje a la compañera con dicho utensilio.
Yo hice el masaje, mientras mi compañera, Gracia, iba relajándose. Notaba como su cuerpo se iba destensionando. Y para mi, hacer este tipo de ejercicio, era de lo más gratificante.
Mary a su vez nos apoyó haciendo unas leves carícias en las cabezas de las compañeras que recibían el masaje.
Creo que este fin de semana, mis caderas no se acordaran de Mary, pero sí mi mente, cada vez más abierta a estas experiencias que nos brinda el centro.