Nuestros pensamientos y nuestras emociones pueden alterar la estructura molecular del agua, evidencia física de nuestro poder de afectar el mundo dentro y en torno a nosotros. Es un bello testimonio de que formamos un todo indivisible y abre las puertas a nuevas formas de sanación y conservación de la salud.
Por el Dr. Masaru Emoto
El doctor Masaru Emoto causo gran sensación con las impresionantes fotografias de cristales de agua congelados tras haber sido sometidos a estímulos no físicos. La utilización de resonancia magnética permite la observación del HADO (energías sutiles relacionadas con la consciencia) y muestra con las imágenes del agua cristalizada como ésta se ve influida por diversos factores como la música o la consciencia de las personas.
Fotografió los cristales hexagonales que formaban distintas muestras de agua al helarse. Y de las imágenes que obtuvo llegó la confirmación a su sorprendente hipótesis: Ciertas muestras de agua corriente de grandes urbes presentaban una estructura de cristalización muy tosca, mientras que muestras de agua de manantiales ofrecían cristales de una gran belleza. Extendió así su área de estudio al fotografiar cristalizaciones de agua de diversos lugares del mundo (glaciares, lagos, agua de lluvia, fuentes), obteniendo cristales de formas más bellas y sorprendentes cuanto más alejados se hallaban del quehacer humano.
La sorpresa mayor llegó al conseguir transformar irregulares patrones de agua contaminada en bellos cristales hexagonales al someter las muestras a la audición de canciones tradicionales, oraciones religiosas o bien música clásica. O bien al transformar 'indiferentes' cristales de agua destilada en bellos patrones geométricos al susurrarles palabras de agradecimiento, o bien al contrario, obtener horrorosas estructuras al someterlas a frases desagradables.
Marcó botellas llenas de agua con letreros que expresaban emociones humanas e ideas. Algunas eran positivas y otras negativas. El agua respondió a esas manifestaciones de consciencia, la que tenía mensajes positivos formó bellos cristales y la que tenía mensajes negativos formó cristales feos y deformados.
En el mundo científico, a menos que un experimento sea repetible por un observador independiente, sus hallazgos son considerados inválidos. Esto es exactamente lo que hizo el Dr. Masaru Emoto. A través de experimentos repetibles él demostró que los pensamientos humanos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua. Ahora, por primera vez, hay evidencia física de que el poder de nuestros pensamientos pueden cambiar el mundo dentro y alrededor nuestro.
Todo esto se inició en 1994 cuando el Dr. Masaru Emoto tomó muestras de agua de varias fuentes, congeló unas pocas gotas, las examinó bajo un microscopio de campo oscuro y las fotografió. Primero experimentó con agua de una fuente pura en Japón. La foto reveló una hermosa forma cristalina.
Luego hizo lo mismo con agua de un río contaminado cercano. El resultado fue un turbio y embarrado patrón con muy poca estructura.
Por el Dr. Masaru Emoto
El doctor Masaru Emoto causo gran sensación con las impresionantes fotografias de cristales de agua congelados tras haber sido sometidos a estímulos no físicos. La utilización de resonancia magnética permite la observación del HADO (energías sutiles relacionadas con la consciencia) y muestra con las imágenes del agua cristalizada como ésta se ve influida por diversos factores como la música o la consciencia de las personas.
Fotografió los cristales hexagonales que formaban distintas muestras de agua al helarse. Y de las imágenes que obtuvo llegó la confirmación a su sorprendente hipótesis: Ciertas muestras de agua corriente de grandes urbes presentaban una estructura de cristalización muy tosca, mientras que muestras de agua de manantiales ofrecían cristales de una gran belleza. Extendió así su área de estudio al fotografiar cristalizaciones de agua de diversos lugares del mundo (glaciares, lagos, agua de lluvia, fuentes), obteniendo cristales de formas más bellas y sorprendentes cuanto más alejados se hallaban del quehacer humano.
La sorpresa mayor llegó al conseguir transformar irregulares patrones de agua contaminada en bellos cristales hexagonales al someter las muestras a la audición de canciones tradicionales, oraciones religiosas o bien música clásica. O bien al transformar 'indiferentes' cristales de agua destilada en bellos patrones geométricos al susurrarles palabras de agradecimiento, o bien al contrario, obtener horrorosas estructuras al someterlas a frases desagradables.
Marcó botellas llenas de agua con letreros que expresaban emociones humanas e ideas. Algunas eran positivas y otras negativas. El agua respondió a esas manifestaciones de consciencia, la que tenía mensajes positivos formó bellos cristales y la que tenía mensajes negativos formó cristales feos y deformados.
En el mundo científico, a menos que un experimento sea repetible por un observador independiente, sus hallazgos son considerados inválidos. Esto es exactamente lo que hizo el Dr. Masaru Emoto. A través de experimentos repetibles él demostró que los pensamientos humanos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua. Ahora, por primera vez, hay evidencia física de que el poder de nuestros pensamientos pueden cambiar el mundo dentro y alrededor nuestro.
Todo esto se inició en 1994 cuando el Dr. Masaru Emoto tomó muestras de agua de varias fuentes, congeló unas pocas gotas, las examinó bajo un microscopio de campo oscuro y las fotografió. Primero experimentó con agua de una fuente pura en Japón. La foto reveló una hermosa forma cristalina.
Luego hizo lo mismo con agua de un río contaminado cercano. El resultado fue un turbio y embarrado patrón con muy poca estructura.
Luego pidió a un sacerdote del templo Jyuhouin, ofrecer una plegaria a una muestra de agua contaminada y repitió el experimento sólo por curiosidad. Apareció una hermosa estructura cristalina hexagonal blanca . Este experimento fue repetido muchas veces con el mismo resultado.
La música clásica siempre reflejó patrones hermosos mientras que el heavy metal creó imágenes distorsionadas, sin forma y borrosas , como si ese tipo de música hubiera destruido el delicado equilibrio de las moléculas
Continuó experimentando, esta vez escribiendo palabras en pedazos de papel y pegándolas a un contenedor de vidrio transparente para ver si alguna cosa pasaba. Usó palabras positivas como “Amor” y “Gracias” y cada vez notó un bello y delicado patrón cristalino. Se obtuvieron resultados diferentes dependiendo del idioma utilizado.
Las palabras convierten las vibraciones de la naturaleza en sonido, y cada lengua es diferente, cada una tiene su propio juego de vibraciones. La naturaleza en Norteamérica es diferente de la naturaleza en Japón. Aunque “Arigato” y “Thank you” tienen la misma traducción, crean estructuras cristalinas diferentes. Cada palabra en cada lengua es única y existe sólo en esa lengua.
Algunas veces, cuando no podemos ver el resultado inmediato de nuestras oraciones y afirmaciones, pensamos que éstas han fracasado. Pero, tal como podemos aprender de las asombrosas fotografías de Masaru Emoto, estos pensamientos de fracaso en sí mismos quedan también representados en los objetos físicos a nuestro alrededor. Cuando amamos nuestros propios cuerpos, ellos responden. Cuando enviamos nuestro amor (nos sentimos unidos) a la Tierra, ella responde.
Nuestro propio cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de agua. Y la superficie de la tierra es también un 70 por ciento de agua. Hemos visto anteriormente la prueba de que el agua, lejos de estar inanimada, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos y emociones.
Quizá, habiendo visto esto, podamos comenzar a entender realmente el imponente poder que poseemos al elegir nuestros pensamientos, nuestras emociones e intenciones, para sanarnos a nosotros mismos, así como a las demás personas y a nuestro medio ambiente.
La música clásica siempre reflejó patrones hermosos mientras que el heavy metal creó imágenes distorsionadas, sin forma y borrosas , como si ese tipo de música hubiera destruido el delicado equilibrio de las moléculas
Continuó experimentando, esta vez escribiendo palabras en pedazos de papel y pegándolas a un contenedor de vidrio transparente para ver si alguna cosa pasaba. Usó palabras positivas como “Amor” y “Gracias” y cada vez notó un bello y delicado patrón cristalino. Se obtuvieron resultados diferentes dependiendo del idioma utilizado.
Las palabras convierten las vibraciones de la naturaleza en sonido, y cada lengua es diferente, cada una tiene su propio juego de vibraciones. La naturaleza en Norteamérica es diferente de la naturaleza en Japón. Aunque “Arigato” y “Thank you” tienen la misma traducción, crean estructuras cristalinas diferentes. Cada palabra en cada lengua es única y existe sólo en esa lengua.
Algunas veces, cuando no podemos ver el resultado inmediato de nuestras oraciones y afirmaciones, pensamos que éstas han fracasado. Pero, tal como podemos aprender de las asombrosas fotografías de Masaru Emoto, estos pensamientos de fracaso en sí mismos quedan también representados en los objetos físicos a nuestro alrededor. Cuando amamos nuestros propios cuerpos, ellos responden. Cuando enviamos nuestro amor (nos sentimos unidos) a la Tierra, ella responde.
Nuestro propio cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de agua. Y la superficie de la tierra es también un 70 por ciento de agua. Hemos visto anteriormente la prueba de que el agua, lejos de estar inanimada, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos y emociones.
Quizá, habiendo visto esto, podamos comenzar a entender realmente el imponente poder que poseemos al elegir nuestros pensamientos, nuestras emociones e intenciones, para sanarnos a nosotros mismos, así como a las demás personas y a nuestro medio ambiente.
Si los pensamientos pueden hacer eso al agua
¡¡imagínate lo que pueden hacernos a nosotros!!