Permite que tomemos conciencia de nuestro cuerpo a través de movilizar cada una de sus partes, mientras sintonizamos con las emociones y sensaciones que se van despertando. Así logramos un entendimiento entre cuerpo y mente para que trabajen con un mismo objetivo.
Ayuda a alcanzar un equilibrio venciendo limitaciones y quitando barreras de miedos.
Sus movimientos pueden ayudarnos a tomar conciencia de las tensiones corporales y empezar a hacer algo para mejorar, primero a nivel físico y luego a un nivel más profundo, porque la toma de conciencia es un primer paso para el proceso curativo al que la danza te puede ayudar a llegar.
Se baila con los pies descalzos, porque a través de ellos conectas con la Madre Tierra, te arraigas.
La fuerza para el baile debe surgir del vientre, la bailarina debe sentir como su bajo vientre conecta con el mismo centro gravitatorio de la Tierra. Al moverse debe sentir como su cuerpo emite una intensa onda de energía a su alrededor. Esta energía ha de ascender por el tronco hasta el corazón y extenderse a lo largo de ambos brazos, llegando a cada una de las yemas de los dedos de las manos. Y con el movimiento de los dedos de sus manos la bailarina dirige la energía a lo largo de todo su cuerpo y más allá de él.
La danza del vientre proporciona una sensación de “dejá vu”, como algo previamente vivido o soñado. Por otro lado los movimientos ondulantes y suaves de este baile se adaptan con tal perfección al cuerpo de la mujer, que una vez sentidos, no quiere abandonarlos. A través de ellos percibe el estado de rigidez instaurado en su cuerpo. Nota que a través del proceso de aprendizaje técnico de esta danza, su cuerpo recupera la memoria genética de antiguos rituales llenos de una sabiduría ancestral.
La danza del vientre es una manifestación artística, emocional y espiritual que es modelada por la personalidad, intuición y creatividad de cada mujer que baila. Es un recurso para que surja la inspiración que nos ayudará a encontrar el camino para conectar con nuestra energía, voluntad y verdadera fuerza interior.
A través de los movimientos improvisados, la bailarina se centra en su respuesta creativa a la música. Esto le permite situarse y vivir el momento presente.
El sonido del tambor ha sido utilizado desde tiempos inmemoriales como instrumento de sanación. Su sonido llena de energía el cuerpo, activa el chakra base, aleja la tristeza, activa el sistema circulatorio y da vigor. Además ayuda al cuerpo que sigue su ritmo a liberar energías negativas, vaciándolo del estrés.
A través de la Danza del vientre se expresa la Gran Diosa que habita en tu interior con sus infinitas caras.
Cuando una mujer baila desde el corazón puede sentir la Diosa despertando y danzando a través de ella.
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