Va abriéndose camino la idea de que el cuerpo físico es el útimo eslabón de densificación del campo energético global. El cuerpo físico no sería en sí mismo más que una especie de holograma visible de un campo invisible, llamado cuerpo por las diversas tradiciones. Esto explicaría los extraordinarios poderes de curación del espíritu y el control de éste sobre el cuerpo físico en general. Puesto que una enfermedad puede aparecer en el campo etérico días, semanas, incluso meses antes de que la alteración aparezca en el físico, puede sin duda emitirse la hipótesis de que los problemas psicosomáticos surgen primero en el cuerpo etérico, que, como ya se sabe, se superpone al cuerpo material.
En la cartografía energética estudiada ultimamente se hallan informaciones orientadoras respecto a la evolución celular de la estructura física. En el cuerpo etérico, que es la forma energética holográfica, se encuentran codificadas, por ejemplo, las informaciones sobre el proceso de desarrollo del feto en el útero, así como las informaciones estructurales sobre la evolución del organismo adulto. El cuerpo físico es energéticamente dependiente del campo energético. Es más: el campo energético es el que parece mantener la cohesión del cuerpo en este mundo. La vida sería problablemente imposible sin ese cuerpo sutil. Así pues, si el cuerpo sutil carece de armonía, algunas codificaciones vibratorias reducirán poco a poco su frecuencia, dando lugar con ello a que ciertas memorias codificadas pasen de un mundo a otro y provoquen perturbaciones de orden físico. Es decir, que muchos problemas físicos tienen su origen (aunque no de un modo absoluto) en ese campo de energía llamado cuerpo etérico, manifestándose más tarde como patología orgánica.
El cuerpo etérico es pues un campo de materia sutil. El término de cuerpo sutil se refiere, en general, a nuestras "plantillas" energéticas. La única diferencia entre el cuerpo etérico y los campos elevados estriba en la diferencia de frecuencia.
Sanación espiritual e inmortalidad
Patrick Drouot