26/1/11

Empezar por lo pequeño




Aquí os dejo un pequeño cuento oriental con un gran mensaje.


Un asceta meditaba profundamente en su cueva cuando se sintio molestado por un ratoncillo que se puso a roer sus ropas.

-Márchate estúpido -dijo el ermitaño-. ¿No ves que has interrumpido mi meditación?

-Es que tengo hambre -contestó el ratón.

-Llevaba más de treinta días de meditación buscando la unidad con Dios y me has hecho fracasar -se lamento el ermitaño.

-¿Cómo buscas la unidad con Dios si no puedes siquiera sintirte unido a mí que sólo soy un simple ratón? -respondió el ratoncillo.
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